Concejales oficialistas se fugan y se visten de libertarios por conveniencia

En un giro que apesta a oportunismo, tres concejales de Necochea —Bernardo Amilcar, Guillermo Sánchez y Bartolomé Zubillaga— anunciaron la formación de «Avanza Necochea», un bloque que rompe con la Agrupación Vecinal Nueva Necochea.
Los ediles, que alguna vez juraron lealtad a su espacio original, ahora se escudan en supuestas «diferencias con el rumbo» para justificar su huida. Pero lo que venden como un acto de principios no es más que un salto calculado al carro libertario, traicionando la confianza de quienes los votaron.
Una vez más, tres políticos de Necochea les pusieron rueditas a sus bancas y conformaron un nuevo bloque en el Concejo Deliberante de Necochea. Guillermo Sánchez, Bartolomé Zubillaga y Bernardo Amilcar concretaron una nueva estafa electoral.#dixitp ✍️https://t.co/vZtQKnmhus pic.twitter.com/es0baC5Os1
— DixitP (@DixitPinforma) March 14, 2025
El trío asegura que la Agrupación Vecinal se desvió de su esencia, abandonando la independencia política y la gestión ordenada que prometía. “La independencia de partidos nacionales o provinciales era un pilar”, dicen en su comunicado, mientras se pintan como guardianes de la transparencia.
Sin embargo, su discurso suena hueco: el repentino nacimiento de «Avanza Necochea» coincide sospechosamente con la moda libertaria que seduce a oportunistas en busca de relevancia. Lejos de ser una cruzada por los vecinos, esto parece una jugada para subirse al tren de la retórica de moda.
Desmienten ambiciones personales o rencores, pero su énfasis en la «coherencia» choca con la realidad. Si la gestión y el desarrollo sustentable eran tan sagrados, ¿por qué no pelearon desde adentro? En lugar de eso, optaron por el camino fácil: desertar y reinventarse como salvadores independientes.
Su promesa de una «agenda local basada en honestidad y participación» suena bonita, pero el timing y el tufo libertario sugieren más postureo que compromiso genuino.
Mientras Necochea lidia con sus problemas reales, estos concejales juegan a las sillas musicales políticas. Su partida debilita la gobernabilidad del distrito y deja un sabor amargo: los que ayer eran oficialistas hoy se visten de rebeldes, pero el bienestar de la comunidad parece ser lo último en su lista. La ciudadanía, una vez más, queda atrapada entre promesas rotas y traiciones disfrazadas de virtud.