Política
Editorial de NOVA

Periodismo alcahuete, un nuevo género: curiosos números de pautas oficiales

Abal Medina, el repartidor discrecional.

Una de las eternas discusiones en la profesión periodística es si corresponde que un cronista tenga o goce de publicidad oficial. ¿Cambiaría su postura u opinión con una pauta suculenta? ¿Es ético? ¿Cuál es el parámetro y los requisitos para obtener una pauta? ¿Es un premio al periodismo entendido como búsqueda de una verdad, difusión de ideas y de información o, por el contrario, al servilismo?

Mientras salen a la luz los abultados cachets de los músicos populares con el Gobierno, las frondosas pautas de los periodistas amiguísimos del poder kirchnerista y los escándalos varios relacionados a lavado de dinero y el rol del periodismo, ¿de cuánta plata hablamos en relación con la publicidad oficial?

La Jefatura de Gabinete de la Nación, que conduce Juan Manuel Abal Medina, publicó el detalle de cómo fueron destinados los $420.294.469,28 que se invirtieron o se gastaron (como usted prefiera) oficialmente en medios de comunicación, periodistas, publicistas, cooperativas y organizaciones sin fines de lucro durante el primer semestre del 2012, último informe presentado por el área.

La friolera de $ 420.294.469 semestrales corresponde a $840.600.000 y monedas al año. Según el diario oficialista Página/12, los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner invirtieron 1800 millones de pesos en construir 1000 escuelas desde el 2003. Sin dudar de la inversión, y bajo el parámetro de que al Estado le costó $1.800.000 cada escuela, con la plata de pauta de tan solo un año se podrían haber levantado 467 escuelas más.

No solo eso. Con ese dinero, 2101 familias podrían haber comprado una casa valuada en 400 mil pesos. También se podría haber pagado el 82 por ciento móvil a muchos jubilados, que Cristina Kirchner vetó oportunamente. Un total de 84.060 jubilados podrían haber recibido un plus anual de 10 mil pesos. Esa sí que sería una política para incentivar el consumo.

O, finalmente, podría haber obsequiado 21 pesitos y monedas a cada uno de los 40 millones de argentinos. Para muchos, sólo se trata de un vuelto; para otros, 21 pesos significa comer o dejar de hacerlo una noche. Para el INDEC, es el costo de tres días de inversión alimentaria en la Argentina. El Gobierno podría dejar de quitarle todos los meses, a todos los habitantes de este país, casi dos pesos.

Un empresario radial de nuestro distrito, por poner sólo un ejemplo, es un beneficiado de lujo en el reparto de pautas oficiales. Se trata de Eduardo Darguibel, que se llevó 199.000 pesos en un semestre, casi lo mismo que Radio Mitre. ¡Y eso que está en Necochea!

Más allá de la sana envidia de que un colega cotice su medio tan bien, surge otra discusión: ¿una pauta oficial, pagada por el bolsillo de cada uno de nosotros, incluso a costa de obras vitales para las comunidades, de la salud de los vecinos, no amerita ciega obediencia? ¿Es ético que los vecinos paguemos a periodistas que desde el escudo estatal defenestran a dirigentes de la oposición que solo cumplen con el rol que el pueblo les encomendó, atacan a periodistas independientes (del Gobierno) o críticos al oficialismo?

La radio de Darguibel (repetimos: uno entre tantos) fue la principal propaladora de mentiras sobre la constitución, legitimidad y labor de la Comisión Investigadora constituida con el fin de determinar la responsabilidad del destituido intendente Horacio Tellechea en el fraude por la compra de aparatología hospitalaria vital para la comunidad.

Periodistas ligados a ese medio difunden a través de mailings, y en sus propios espacios, información falsa o tergiversada acerca de los líderes de la oposición. Todo por la suculenta cifra que reciben de pauta del Estado. ¿La profesión? Bien, gracias.

Una de las víctimas es el concejal Alejandro Issin, presidente de la Comisión Investigadora que destituyó a Tellechea y blanco predilecto de un medio que en los últimos años (hay que aclarar que falta el segundo semestre 2012) ha percibido gruesas sumas de dinero provenientes del erario público. Lo micro es, a su vez, lo macro. ¿Y todo para qué? Para granjearse el apoyo de los alcahuetes de turno. Dos corpos.

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