No es una novedad que las redes de agua corriente y cloacal de Necochea están al borde del colapso. Desde la década del ´80, bajo la gestión de Domingo José “Coco” Taraborelli, no se han renovado cañerías. El sistema cloacal y de agua corriente de la ciudad creció a partir de los troncales colocados hace 40 años.
El 15 de marzo pasado, el ingeniero Leonardo Gaitán anunciaba la reparación del caño de agua corriente sobre el puente Dardo Rocha, pero la alegría duró poco. Dos nuevas pérdidas de agua arrojan miles de litros de agua potable al río Quequén.
Ya se había practicado anteriormente una reparación en ese sector que duró menos de 24 horas. Gaitán explicó que resultó fallida por la gran corrosión que presentaba el material, habiéndose debido fabricar una pieza más grande para cubrir la totalidad del sector. Esta vez, duró 15 días.
Pérdidas y olores nauseabundos
Si bien desde hace unos días comenzó a hacerse visible, los pescadores y asiduos visitantes aseguran que el caño subfluvial que transfiere desperdicios cloacales desde Necochea hasta Quequén y desemboca en Punta Carballido sufre una importante pérdida desde el mes de diciembre. “Cuando baja el río, se puede ver un chorro de agua cloacal de más de 30 centímetros de alto”, afirman.
Las gaviotas y el “pique” extraordinario en el lugar delatan la pérdida de material orgánico, además del olor nauseabundo que se respira en la zona, frente al Club de Veleros Vito Dumas y un coqueto complejo turístico.
En 2014, el caño de acero que cruza el rio había sufrido los efectos de la corrosión ya que el hormigonado que lo protegía se había desintegrado totalmente.
El reemplazo del caño está ligado a la voluntad política de la gobernadora de construir la planta depuradora de efluentes cloacales puesto que está incluido en el presupuesto. Hasta el momento, solo hay promesas, aunque el intendente Facundo López asegura que esta vez se hicieron bien los deberes y solo falta que el BID gire los fondos.
