La mugre se está apropiando del paisaje urbano. Y aunque la Municipalidad tiene su gran parte de la responsabilidad en cuanto a la limpieza y control para evitar la proliferación de microbasurales, son los ciudadanos desaprensivos quienes tiran sus desperdicios en la vía pública.
En pleno centro de la villa balnearia, precisamente bajo la rambla se acumulan escombros, arena y basura dando a la postal costera una imagen de suciedad y abandono. El lugar es durante todo el año motivo de preocupación para los vecinos, en invierno suele ser ocupado por delincuentes que lo usan de aguantadero.
Un desagradable olor a meo invade a los transeúntes que pretenden disfrutar del tradicional paseo necochense y según cuentan "las ratas tienen el tamaño de un gato".
Como si fuera poco, el frecuente rebalse de fluidos cloacales que se reitera todas las temporadas, convierte a la zona turística por excelencia de la ciudad en un foco de riesgo sanitario para todos los que transitan por el lugar.
Artesanos, músicos, circos callejeros y las intervenciones urbanas del municipio han dado a la villa balnearia una fisonomía que hace muchos años no gozaba pero la mugre es un lunar negro que empaña el esfuerzo de quienes apuestan por transformar a Necochea en una ciudad competitiva turísticamente.
