Política
Nuevas exigencias

La tarjeta de débito y un contrato estatal reemplazaron a la mística militante

Graciana Maizzani, concejal de la UCR; Gonzalo Diez, precandidato a intendente; y Felicitas Cabretón, secretaria legislativa.

Año nuevo, secretario nuevo. El bloque unipersonal de la Unión Cívica Radical inicia el año con secretario nuevo. La militancia rentada se impuso a la ética militante de la que el radicalismo hizo durante décadas su bandera.

Ya sea por convicción o por avivada de los dirigentes, los militantes rentados fueron para la generación 83, génesis de la actual conducción, motivo de suspicacia. Los "puros", los que hacían "horas culo" en el comité, los que salían de pegatina, servían en las cenas y "bancaban los trapos" en cada interna, en cada acto partidario, dudaban de la firmeza ideológica de los militantes que percibían un salario para lo que ellos hacían gratis.

Pero los tiempos cambian y la militancia ya no se alimenta de fundamentalismos ideológicos. Hoy se exige una tarjeta de débito y un contrato estatal.

Graziana Maizzani sumó un segundo secretario a su bloque. Se trata del presidente de la Juventud Radical de Necochea, Juan Ignacio Agarzúa, nieto del ex secretario privado de Daniel Molina.

Según consta en su contrato, Agarzúa fue designado como personal temporario del Concejo Deliberante y percibirá un sueldo de agente clase VI, categoría 4, con 48 horas semanales.

Si bien los concejales radicales que fueron pasando a lo largo de los años no hicieron historia con su labor legislativa, dejaron a sus secretarios o colaboradores que fueron contratados por la Secretaría del Concejo y hoy forman parte de su abultada planta de personal. Según cuentan, un par de ellos suelen pasar sus horas laborales mirando televisión en la sala de reuniones del bloque radical.

Otro militante rentado es Gonzalo Diez, uno de los candidatos anotados para dar pelea por la intendencia de Necochea, quien no solo cobra un sueldo de la administración pública sino que además nunca se presentó a su lugar de trabajo. En otras palabras, es un ñoqui.

Diez ocupa el cargo de coordinador zonal de la Defensoría Adjunta, al que accedió gracias a su amistad con el diputado marplatense Maximiliano Abad.

Sin ponerse colorado, mientras hace alarde de ética republicana, el candidato radical deja abierto los bolsillos a los recursos que provee el Estado. También tuvo un breve paso por el Consorcio de Gestión de Puerto Quequén pero no fue ni un solo día a trabajar y al cabo de unos meses dieron de baja su contrato.

"No se puede conchabar a los militantes, porque de esa manera estamos acotando la libertad y sin libertad no hay democracia", suelen gritar desde el púlpito los dirigentes, pero a la vista está que no predican con el ejemplo.

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