El deplorable estado de la entrada al cementerio local motivó las críticas de vecinos que concurren a rendir homenaje a sus difuntos. La zona de la capilla, el hall de entrada y los baños representan un riesgo para trabajadores y visitantes.
Cañerías rotas, manpostería cayendo desde los techos y una nube de moscas reciben a aquellos que concurren al cementerio viejo. Las canillas en su mayoría no funcionan o bien pierden agua de manera continua. Los tambores que ofician de basureros rebalsan de flores en descomposición y hubo varios que fueron retirados de su lugar por lo que en algunos casos hay que caminar un buen trecho para encontrar uno.
La imagen más desoladora la da el basural que se acumula en la parte trasera, donde se unen el cementerio viejo con el cementerio jardín. Restos de ataudes, ropa de los fallecidos, coronas de flores secas, escombros de las sepulturas removidas, son el panorama que encuentran los deudos.
La inseguridad es otra materia pendiente. Los días de semana, cuando el cementerio es tierra de nadie, arrebatadores y vándalos atacan, siendo las mujeres mayores sus blancos predilectos. En los casos más graves, no solo las despojan de sus pertenencias, sino que además son golpeadas y abandonadas a su suerte.
